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La Figueres, una casa vieja que cuenta historias

La Narración Oral Escénica en Costa Rica no ha sido objeto de un análisis crítico que impulse nuestro crecimiento en los escenarios. Por ello, la Fundación Festival Puro Cuento no solo desea recorrer los escenarios de Costa Rica, sino también llevar esta reflexión al exterior, comentando y reflexionando sobre este movimiento escénico. Hoy comenzamos (en Costa Rica) con este primer espectáculo.

Cuando conocí el espacio de la Casa de la Cultura José Figueres Ferrer, la presentadora oficial y defensora de los cuentos era Isabel Ducca. La casa estaba dirigida entonces por David Gutiérrez, quien hoy aún se desempeña como director. Isabel era la directora de la cátedra Carmen Lyra de la Universidad Nacional; actualmente está retirada y disfruta de un merecido descanso.

Ahora son los chicos de Cuentófagos, un grupo con más de diez años de historia que creamos allí mismo en la Casa de la Cultura José Figueres Ferrer. Los sobrevivientes de aquella aventura, Inti Barrantes y Daniel, son quienes mantienen dignamente este espacio. Incluso, ellos mismos, de su propio pecunio, destinan 40 mil colones para agasajar al artista del momento. Luego, se realiza la séptima tradición, un acto que aprendí en Colombia: es el momento en el que se pasa el sombrero. En el sur decíamos que, cuando aparece el sombrero, el público desaparece, como por arte de magia. Afortunadamente, aquí no es tan así.

La función se abre con el presentador de turno, quien, con amabilidad y algunos movimientos extra en el escenario, nos informa que el narrador oficial ha contraído dengue, por lo que un compañero amablemente lo sustituirá. Entonces, nos presenta a Fabio Araya Carvajal, un profesor de química del TEC, a quien la naturaleza ha dotado de otros talentos. Fabio, a veces, representa a un personaje ameno que nos entretiene con cuentos y recetas químicas. Nos encantaría que saliera del ámbito académico y se estableciera en la escena cotidiana.

“Yo vengo a contar cuentos”, así comienza la presentación en la Casa Popular de Cultura José Figueres Ferrer, el sitio más antiguo en San José donde se presenta Narración Oral Escénica. Es todo un templo de la cuentería en Costa Rica. Nos preguntamos desde hace tiempo por qué, a pesar de tantos años de historia, aún no tenemos luces decentes para acompañar al narrador o al evento que allí se presenta. ¿Por qué el Banco Popular no contribuye con los artistas de la noche? ¿Por qué, en el pasado, había un catering para el público, pero el narrador tenía que llegar en bus? ¿Por qué seguimos siendo mendicantes del arte? Por supuesto, la gran mayoría de los narradores que desfilan por allí tienen un trabajo asegurado y una forma de manutención; de lo contrario, la escena de la cuentería estaría encerrada como un niño huérfano en un orfanato.

Para empezar, hay una conversación escénica débil que no logra calentar al público. El espectáculo se inaugura con “Uvieta”, un cuento que se atribuye a Carmen Lyra, pero que pertenece a la más rancia tradición oral suramericana, y quién sabe si del mundo. Es un cuento que, por su calidad, debería defenderse solo en el escenario, y así lo hace, matizado por Fabio con buen éxito. Aunque al narrador le falta lograr algunas imágenes, el cuento fluye y cala bien en los espectadores, porque donde manda capitán, la muerte obedece.

Tres timbres de teléfono interrumpieron el show. Muy amablemente, el narrador pausó el espectáculo e improvisó para que las respectivas dueñas atendieran las llamadas. En otros escenarios, el público no habría salido tan bien librado. Menos mal que la mayoría de los diez asistentes (los gatos ya están muy manoseados) eran adultos mayores, a quienes se les da un trato especial. Pero, por favor, que no te pase a ti.

Luego pasamos a otro cuento, como “Remigio”, donde se nota un buen manejo de la voz, una potente risa y un buen resultado del relato. Sin embargo, si eres extranjero (y estás de paso por el país), en este escenario no vas a entender nada, ya que la voz de algunos personajes es muy rápida y poco clara.

Por último, llega la parte participativa en los últimos cuentos, donde el narrador entra con su mejor herramienta en el escenario, interpretando a un par de personajes bien logrados. Niños y adultos desfilan por el escenario, desencadenando hilaridad, juego y lúdica.

La noche de los cuentos termina llevándonos un par de interrogantes a casa: ¿por qué los narradores no mencionamos los nombres de los autores de los cuentos? ¿Por qué, si tenemos veinticinco años de historia presentándonos en este lugar, solo diez personas asistieron a la presentación? Es necesario hacer más esfuerzos para la creación de público. Nos fallan la publicidad, las redes sociales, las campañas de expectativa, el boca a boca y mucho más.

¿Qué le pasa a la Narración Oral Escénica (NOE) que, a pesar de haber logrado posicionarse en los diferentes festivales de arte y cultura del país, estos espacios tan antiguos para el oficio, hechos a la medida para este tipo de funciones, permanecen casi vacíos?

Por: Fernando Franco León.

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