Llegábamos en el autobús, nos dirigíamos a la ventanilla donde se encontraba el tarjetero, ahí marcábamos nuestra entrada, los coordinadores nos reunían y nos daban las instrucciones de qué trabajo nos correspondía realizar. Nos iban repartiendo, unas a la cocina, las otras a la guardería, otras a hacer zanjas, a cargar leña, a hacer labores de trazas de casas, huecos para levantar las columnas, chorreadas de cordón y caño y las aceras.
Para poder traer el agua desde la autopista hasta el proyecto tuvimos que hacer una zanja, eso fue toda una odisea, ya que esa zanja en realidad era puro barro, se metía la pala y se nos quedaban pegadas y salir de esa zanja era terrible hasta los zapatos se nos quedaban en el barro, pero gracias a Dios y al esfuerzo que hicimos logramos terminar la zanja para así poder traer el agua hacia el proyecto.