fbpx

2021 | La resiliencia es una palabra – Costa Rica

La resiliencia es una palabra, sin ritmo para pronunciar ni bailar, que no festeja un espíritu libre, sino la capacidad que tiene el ser humano para adaptarse a una realidad, aunque discrepe de ella. 

Gregorio Samsa en la Metamorfosis, le dice al patrón, que no puede ir a trabajar porque se convirtió en un insecto. El patrón igual le dice que eso no le importa, lo necesito y es su obligación venir a trabajar.

En las grandes ciudades, la calidad del oxígeno es cada vez más tóxica, igual la vida se levanta y le pone la nariz sin discutir cuántas partículas de plomo te envenenan cada segundo, lo elemental es producir. Como dice Biil Bryson en su libro maravilloso, El Cuerpo Humano, Guía para ocupantes. La principal causa de muerte en el mundo es: Nuestro estilo de vida.

La libertad y el derecho a la autodeterminación de los ciudadanos están perdiendo los derechos básicos. Ahora la dictadura de las farmacéuticas determina los comportamientos de cada ciudadano. La pandemia presagia un mundo que pierde cada día su condición de sensibilidad y ternura por vivir. Para darle paso al miedo, a la agresión, a la imposibilidad de reunirse, de transitar fronteras. Estamos quedando reducidos a una fragmentación total del entorno. Salir y socializar es sospechoso.

Así como en 1850 se extendió la revolución industrial en Inglaterra, en el 2020, nació entre virus y apocalípticos presagios la era digital. Somos, si estamos conectados a una red. Y sentencias filosóficas como: Pienso luego existo. Se transformaron en el Facebook: Muestro, luego existo.

Un planeta que se calienta sin precedentes, que ha perdido la mitad de su biodiversidad en menos de 80 años, por la acción inteligente de los humanos, cuando su evolución ha involucrado casi 5000 millones de años hacia su vital encanto. Una economía que excluye posibilidades masivas y privilegia grandes fortunas, un presente inundado de inviernos más intensos y menos agua potable, con más gris y concreto alrededor y menos verde para respirar con dignidad. Nos ahogamos en la zozobra y el planeta se desdibuja borrando ese azul que lo hace especial en el basto universo. Pero en las redes sociales todos son felices y todos tienen amigos. Y respiran el oxígeno puro de los algoritmos.

Greta Thunberg en su adolescencia vital y Francisco Vera en la madurez intuitiva de niño, sin galimatías denuncian a los poderosos por no replantear un sistema económico con más sentido común, más respeto por la naturaleza. Ambos adolescente y niño, convocan el desencanto de una infancia y una juventud sin esperanzas. Donde los adultos desvían la mirada a la frivolidad y la obsolescencia. Mientras la conservadora sociedad sigue los mismos patrones de consumo, de actitudes anodinas y expresa con cinismo que esos muchachitos rebeldes deberían ponerse a estudiar y no perder el tiempo manifestándose por un mundo que gracias al progreso es perfecto. En la misma esquina donde la fiesta de la incertidumbre nos invita a bailar con el ritmo de la resiliencia, con rostros demacrados por la angustia diaria de vivir.

Queda en la dignidad del silencio, tomar las riendas de verdaderas acciones para hacer de la vida un arte. Porque entre tanta indigestión de discurso y palabras nos empezamos a parecer al ruidoso estruendo del progreso.

Cuenteros de Costa Rica e Iberoamérica, inviten a desobedecer hasta donde se pueda, a sacudir el miedo, a penetrar con curiosidad y asombro los bosques que aún sobreviven, los paisajes que aún no han sido alterados, a dejar en el olvido esta sociedad enferma de hipocresías y eufemismos con que nos vacunan para morir con una sonrisa antígena y farmacéutica.

Diego Lasso.

Informarme las noveaddes

Este sitio web utiliza cookies para garantizar que obtenga la mejor experiencia. Política de Cookies.